El análisis del comportamiento violento abre multitud de interrogantes sobre el origen de la conducta. En Estados Unidos, el comportamiento violento interpersonal se trata como un problema de salud pública que ha originado casi 180.000 muertes durante la última década.
Un estudio publicado en Harvard Review of Psychiatry aborda la relación existente entre violencia y una circunstancia relacionada con la salud mental de base ha revelado un dato importante: solo entre un 3 y 5 por ciento de los actos violentos que ocurren en la comunidad son atribuibles a enfermedades mentales.
"Incluso si las enfermedades mentales graves se curaran por completo, aún se producirían más de nueve de cada diez actos violentos", señala el informe.
"La gran mayoría de perpetradores no tienen enfermedad mental"
El estudio incide en que "las personas con estas afecciones representan un subgrupo muy pequeño de una población más grande en la que ocurre la violencia, por toda una variedad de razones no relacionadas con la psicopatología".
Y, por si quedaba dudas, sentencia: "La gran mayoría de los perpetradores de delitos violentos no tienen una enfermedad mental diagnosticable y, a la inversa, la mayoría de las personas con trastornos psiquiátricos nunca son violentos".
La Encuesta Nacional de Reclusos del Departamento de Justicia de Estados Unidos identificó posible enfermedad mental en solo entre el 17 % y 29% de los delincuentes violentos encarcelados. Y un estudio nacional con 1.410 pacientes diagnosticados con esquizofrenia reveló que solo el 3% había participado en un acto de violencia reciente que causó lesiones o utilizó un arma, mientras que un 16% adicional reveló un comportamiento agresivo menos grave, como empujar o abofetear a alguien sin lesiones ni armas.
Desafío de salud pública: sin tratamientos y con un sistema ineficiente
La salud mental continúa siendo un problema de salud pública sin abordar. En Estados Unidos, más de 11 millones de adultos padecen problemas discapacitantes de esquizofrenia o importantes del estado del ánimo, de los que uno de cada tres no ha recibido el tratamiento necesario.
En España, un tercio de la población (34%) padece algún problema de salud mental, según indica Estudio Internacional del Grupo AXA sobre Salud y Bienestar Mental realizado junto al Colegio de Psicólogos de España, junto a otros países europeos.
España tiene una tasa del 34% de población que sufre algún trastorno mental, mientras que en otros países como Suiza y Francia hay un 26% de la población que afirma tener problemas de salud mental, en Reino Unido el porcentaje sube hasta el 37% y en Estados Unidos llega al 40%. En nuestro país se han empeorado los datos, desde el 26% de 2021 hasta el 28%.
Un 27% de la población española reconoce tomar medicación psiquiátrica como ansiolíticos, somníferos o antidepresivos una vez al mes, y el 16% al menos una vez a la semana. Solo el 40% opina que el sistema público ayuda y los datos van en la línea: España tiene un 67% menos de psicólogos clínicos que las principales potencias europeas (seis por cada 100.000 habitantes, frente a 41 de Alemania, 18 de Reino Unido o 15 de Francia).
La mayoría de pacientes sufre violencia
Todos estos datos toman mayor relevancia cuando se aborda la cuestión de la violencia a la inversa. Frente a solo un 5% de tasa de violencia, la realidad es que el 75% de las mujeres con problemas de salud mental ha sufrido violencia en el ámbito de la pareja y más del 40% de las mujeres con trastorno mental grave han sido víctimas de la violencia sexual, según el estudio Investigación sobre violencia contra las mujeres con enfermedad mental, de Confederación Salud Mental España, siguiendo a 33 pacientes de Osakidezta entre 2015 y 2015 con la colaboración de profesionales e instituciones.
La realidad es que las mujeres con trastorno mental grave sufren violencia entre 2 y 4 veces mayor que el resto de mujeres y el 40% ni siquiera identifican como violencia los episodios que están sufriendo. Datos que también se disparan en el resto de población, como niños, hombres o ancianos.
Esto se suma a las consecuencias de las patologías. Las personas diagnosticadas con esquizofrenia tienen un 20% menos de esperanza de vida que la población general (15 años menos, según un estudio realizado por expertos de la Línea de Rehabilitación Psicosocial (LRHP) de las Hermanas Hospitalarias).
El 60% de los fallecimientos se deben a enfermedades somáticas como el síndrome metabólico o complicaciones cardiovasculares y respiratorias, mientras que el 28% se deben a suicidios y solo el 12% a accidentes. Cabe destacar que, en España, los suicidios han liderado las últimas estadísticas de muerte no natural durante los últimos ejercicios y registran un número superior al cáncer. Una de las peores consecuencias y más directas de la enfermedad mental.
