Hay veces que la realidad supera la ficción. En una época en la que servicios como Netflix se han convertido en parte de nuestros gastos mensuales prioritarios y engancharse a una serie es más fácil que nunca, parece que nos estamos tomando demasiado en serio que al final todo tiene una solución y que el guion va a dar un giro inesperado, pero quizá lo mejor será que pongamos los pies en la tierra. Esperemos que el niño que es hoy protagonista pueda estar ahora mismo pisando la hierba del bosque donde ha sido abandonado por sus padres en Japón por portarse mal, porque la historia que hemos conocido nos ha dejado helados ahora que se acerca el verano.
¡A que te bajas del coche!
La Policía de Japón, con todos sus gadgets y tecnología punta, no encuentra a este niño japonés de siete años de edad. El pequeño Yamato Tanooka lleva desaparecido desde el 28 de mayo y, como decimos, no hay ni rastro de su paradero. El caso es que los progenitores vieron este último fin de semana cómo su paciencia se agotaba y se rebajaron al nivel de la impertinencia de su hijo hasta el punto en que le ordenaron bajarse del coche en el que viajaban. Toma ya.
Según cuentan los propios padres de este querubín, este se estaba portando fatal y se estaba ganando un buen castigo. Así pues, le mandaron que se bajase del coche y le dejaron solo en una carretera del monte Momagatake, que está situada en plena isla de Hokkaido, la cual por si no lo sabéis es una de las islas más grandes del archipiélago nipón además de ser la situada más al norte del mismo. Cuanto más situada al norte, más frío; y las noches, por ende, más sufridas.
Según informa el diario internacional NHK, esta medida disciplinaria de los progenitores llevó al chaval a salir corriendo detrás del coche pidiendo que le recogiesen, pero fue en balde. A partir de este momento se desconoce adónde fue el abandonado menor, por lo que cuando los padres recularon y se dieron cuenta del esperpento ya era demasiado tarde: no había ni rastro de su hijo en el lugar del adiós. Tan mal se tuvo que portar que ni siquiera le dijeron hasta cuándo iba a estar castigado.
Según aseguran, apenas le dejaron unos segundos solo, si bien ya habían mentido antes a la Policía al afirmar, en un primer momento, que Yamato se había perdido mientras buscaban frutos en el bosque.
150 efectivos buscando en un área de 5 kilómetros cuadrados
Y así estamos ahora. A falta de novedades, aproximadamente 150 efectivos de los agentes de policía, bomberos y más miembros de la seguridad pública velan por encontrar a un pobre niño al que quizá hubiese bastado con castigarle sin consola unos días. Aunque bueno, viendo la reacción de los padres ante tal situación, quizá de lo que deberían preocuparse es de dar en el futuro una educación ejemplar a su retoño, porque no es precisamente este el ejemplo que le deberían dar no solo a él sino a cualquier persona con dos dedos de frente.
Esperamos y deseamos que el área de 5 kilómetros cuadrados donde se lleva buscando a Yamato desde el pasado sábado sea suficiente para encontrar su cuerpo en caso de que no haya superado esta adversidad; si por cualquier casual su corazón sigue latiendo, es poco probable que la custodia de la criatura siga en manos de sus padres, quienes verdaderamente se han ganado un buen castigo.
Actualización: el pequeño Yamato ha sido encontrado seis días después de los hechos sano y salvo. El niño se refugió en un barracón del bosque a unos 4 kilómetros de donde sus padres lo "abandonaron" donde pudo beber agua al encontrarse un grifo. En cambio, no ha probado bocado durante los días que ha estado aislado.
El menor fue encontrado por un soldado de las Fuerzas de Autodefensa de Japón según ha informado la cadena de televisión NHK. Lo primero que le pidió el pequeño fue comida por lo que este le dio pan y bolas de arroz. A pesar de encontrarse en buen estado de salud, fue ingresado en un hospital cercano donde ha pasado la noche en observación. Según el propip Yamato, estuvo caminando durante horas hasta encontrar el barracón cerrado sin llave en el que pudo dormir gracias a unos colchones que se encontraban allí. Tras casi una semana de desesperación, la historia ha acabado con final feliz.