El pasado 22 de febrero, la Policía Nacional entraba por la fuerza en el edificio de Argumosa 11 de Madrid y las familias de Juani, Rosi, Mayra y Pepi se veían en la calle a pesar de que Naciones Unidas había advertido, mediante una resolución, de que no podían ser desahuciadas porque no contaban con alternativa habitacional. El dinero y la especulación inmobiliaria volvían a ganar como tantas otras veces lo ha hecho y lo sigue haciendo. Y es que según la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), en 2018 se registró el récord en desalojos en España al superar los 70.000, además se realizan más sobre personas en régimen de alquiler que sobre hipotecados.
De esta manera, y bajo el amparo de los Gobiernos municipales, autonómicos y central, se vulnera el artículo 47 de la Constitución española: "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos".
El artículo habla incluso de especulación, es decir, de prohibir que grandes empresas compren un terreno a bajo coste y lo alquilen a precios desorbitados haciendo que sólo puedan vivir en la zona turistas que vienen a pasar unos días y, como consecuencia, las familias que viven en el barrio tengan que marcharse por los altos precios, es decir, la gentrificación. Y no podemos olvidar el caso de los fondos buitre, que compran edificios y presionan a los vecinos subiendo los alquileres para subir el precio del ladrillo por encima de lo establecido.
Por estos hechos, desde Los Replicantes queremos recordar algunos casos en los que las autoridades han optado por saltarse el derecho a una vivienda diga y poner cara a las personas que se han visto desamparadas. Muchas de ellas con menores de edad, personas en situación de vulnerabilidad o ancianos.
1 Engañados por no saber leer
La historia de Noussair y Raquel es de las más conocidas porque Telemadrid informó de su situación y el reportero que cubrió el caso se echó a llorar en pleno directo. El vídeo se hizo viral. Y es que ambos tienen dos hijos menores de edad, en aquel momento un bebé de tres meses y otro hijo de cinco años, y ya habían vivido dos desahucios.
#Masegosa se emociona al contar la historia de esta familia desahuciada en #Móstoles ... con dos pequeños. ???? https://t.co/IIggCa9olk#BDMadrid@telemadridpic.twitter.com/E2PANlVAul
— Buenos Días Madrid (@BuenosDiasTM) 29 de noviembre de 2018
El primer desalojo fue al principio de estar juntos ya que vivían en un piso vacío propiedad de Bankia. Su estancia en aquel domicilio duró cinco años. Les echaron. Y el segundo desahucio sucedió cuando vivían en una casa de alquiler social a nombre de los padres de un amigo de Noussair. Según aseguró el joven a el diario El Confidencial, un día llamó a su puerta un trabajador del Ivima que le garantizó que si firmaba una carta que le mostró, tendría un alquiler social Noussair no sabe leer en castellano y lo que firmó era su desahucio.
La solución provisional que les ofreció el Ayuntamiento de la localidad donde vivían, Móstoles, fue una habitación de 15 metros cuadrados.
2 Una madre sola con tres hijos
Rita Romero Godoy es tinerfeña y se vio en la calle el pasado 30 de noviembre con sus tres hijos, de entre 19 años a año y medio. Vivía en un piso de alquiler que dejó de pagar porque el precio "era muy alto" y ella sólo cobraba una pensión alimenticia del padre de sus tres hijos y un sueldo de seis meses por un convenio de empleo. "Tenía que vestir, calzar, dar de comer y abrigar a mis hijos, nada de estupideces y así no podemos vivir cinco personas, tres de ellas intolerantes a la lactosa", relató al diario La Provincia.
Según Rita, ni la alcaldesa de Teide, concejala de Vivienda, ni desde Servicios Sociales le ofrecieron ayuda alguna. A pesar de que se pusieron en contacto con ella, Rita asegura que lo único que le dijeron es que tenía que ir "a renovar unos papeles". Justo en ese momento ella estaba en reposo por una operación y no acudió a la cita porque no se podía mover. "Si lo llego a saber camino por encima de todos los edificios y hubiera tenido los papeles en una hora, pero sólo me dijeron que era para renovar los papeles, nada más".
3 La "vergüenza" de ser desahuciados
El 18 de septiembre de 2018 una pareja de ancianos, de 74 y 72 años, cogió algunas pertenencias, dejó las llaves de su casa en la puerta y se fue a un parque céntrico de donde vivían, en Oviedo (Asturias). Cuando su casero llegó, se encontró las llaves y la casa sola, sin la pareja que había vivido durante décadas en aquella casa. Y es que no querían que nadie se enterase de que les iban a echar de su hogar y decidieron marcharse antes de que llegasen las autoridades y les forzasen la cerradura.
Según El País, los ancianos vivían con tan sólo 370 euros que la mujer tenía de pensión y el alquiler era de 400. Él no ganaba nada porque a pesar de que había trabajado hasta los 70 años, fue autónomo y la pasada crisis hizo que contrajese una deuda con la Seguridad Social que le prohibía cobrar una pensión.
Tras dos días durmiendo en un banco de un parque acudieron al Ayuntamiento, que informó a los servicios sociales, ambas instituciones les ofrecieron alternativas habitacionales de manera provisional, pero no la pareja no las aceptó. Finalmente se alojaron encasa de unos amigos. El Consistorio se excusó alegando que no pueden "intervenir para evitar un desahucio si no conocen las circunstancias de las personas".
4 El hombre que se quemó a lo 'bonzo' ante los Mossos
A veces la desesperación de verse en la calle sin previo aviso ha llevado a varias personas a ingresar en un hospital por una crisis de ansiedad o incluso porque se han intentado suicidar. Según informó La Vanguardia, en abril del pasado año en el distrito barcelonés de Ciutat Vella, un hombre argelino de 40 años abrió la puerta de la casa en la que vivía de alquiler en una de sus tres habitaciones que alguien le había arrendado y se encontró con que iba a ser desahuciado. Los Mossos le dijeron que tenía que dejar la vivienda y que iban a precintarla, pero antes le exigieron la documentación, a lo que el hombre les pidió que le acompañasen a su cuarto. Una vez allí se prendió fuego.
Cuando los agentes hablaban por la emisora para comprobar la identidad del individuo, el hombre cogió una botella de alcohol y un encendedor y se prendió fuego. Los agentes relataron a La Vanguardia, que justo antes de rociarse de alcohol el afectado se lamentó en voz alta: "No tengo adonde ir", "Me quiero morir". Los Mossos lograron sofocar las llamas y el desahucio fue paralizado. Sin embargo, no se conoce si finalmente continuó viviendo en la casa.
5 Una persona "sin problemas"
"Parecía una persona sin problemas". Así definían los vecinos de Chamberí a su vecina Alicia de 65 años. La mujer se suició cuando la Policía municipal entraba por la puerta de su casa para desahuciarla. Los agentes llamaron una primera vez, pero ella no abrió la puerta; un cerrajero la abrió y al escuchar que entraban se precipitó por el balcón, un quinto piso, al vacío.
Alicia se quitó la vida el 29 de noviembre de 2018. En mayo de ese mismo año acudió a los servicios sociales del Ayuntamiento para preguntar qué podría hacer porque no podía paar el alquiler. Había recibido varias notificaciones de desahucio, según el diario ABC.
6 Desahucio a pesar de la resolución contraria de la ONU
En multitud de ocasiones, Naciones Unidas ha dictado en contra de los desahucios que se iban a ejecutar en España, y en multitud de ocasiones, el Gobierno ha hecho oídos sordos a la institucional internacional. Uno de los ejemplos más cercanos fue el del desalojo de un padre y una madre con su hijo de dos años el pasado 23 de octubre de 2018 en el barrio madrileño de Pan Bendito.
Y es que en la sentencia de la ONU se advertía que el desahucio provocaría "graves consecuencias para el menor y su entorno" y por eso exigía su paralización. La familia fue desalojada de su casa sin ninguna alternativa habitacional.
7 Safira Sánchez, una mujer de 23 años con una discapacidad del 66%
El desahucio de Safira Sánchez, una mujer de 23 años, con dicapacidad del 66%, y su madre por la fuerza. El desalojo se produjo en octubre de 2018 en Guadalajara y los medios se hicieron eco de la noticia, y es que el desahucio se produjo después de que la propiedad bancaria del inmueble lo solicitase.
La joven tuvo que ser trasladada al hospital por la situación que vivió. La discapacidad que tiene se debe a una cardiopatía. Desde ek Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas (Comité DESC) aseguraron que el desahucio vulneraba las medidas cutelares, que establecieron. La mujer se encontraba en una situaci´pn "extrema de vulnerabilidad" porque sus ingresos eran de tan sólo 380 euros mensuales. Aquella vez fue la tercera que intentaban echarla de su casa.
8 La mujer desahuciada en Vallecas salvada por un equipo de fútbol
El caso de Carmen Martinez Ayuso dio la vuelta a España. La mujer de 85 años fue desahuciada de su casa en el barrio madrileño de Vallecas en 2014. Vivía desde hacía más de 50 años en aquel domicilio, pero tras avalar un préstamo a su hijo, Luis Jiménez Martínez, con un particular por el valor de 40.000 euros la deuda ascendió a 77.000 euros y el prestamista no quiso realizarles un alquiler social.
Y si el Estado no interviene, la gente sí lo hace. De hecho las plataformas antidesahucios sirven precisamente para llegar hasta donde el Estado no quiere, y logran detener miles de lanzamientos. En el caso de esta vecina de Vallecas no lo consiguieron, pero sus vecinos se volcaron para encontrar una alternativa para ella. Lo hicieron con la ayuda del equipo del barrio, el Rayo Vallecano, que en aquel entonces decidió crear una fila cero para recaudar dinero para que Carmen pudiese vivir en otra casa de alquiler.
Consiguieron 21.106, 90 euros. Meses más tarde quien necesitaba ayuda era el que fue portero del equipo vallecano, Wilfred Agbonavbare, y Carmen no dudó en dársela. Y es que el guardameta, que falleció el 27 de enero de 2015 de cáncer, mientras se encontraba consciente pidió ver a sus hijos, pero ellos estaban en Nigeria y no tenía con qué traerlos. Así que la mujer decidió que la mitad de lo que habían recaudado para ella, iría para pagar los viajes de los hijos del Wilfred.