Se acabaron las vacaciones. Llega el momento de volver a la rutina, de matricularte de nuevo en la universidad y de pisar una vez más el campus. Uno nunca está preparado para volver, pero el regreso es inevitable. La universidad tiene, como todo, cosas buenas. Pero hay una serie de circunstancias que te impiden sin remedio disfrutar de esta "vuelta al cole". Estas son las ocho cosas que odiamos de volver a la universidad.
1 Los horarios
La universidad es otro rollo. No recuerdas cómo, cuando ibas al instituto, soportabas seis horas de clase cinco días a la semana. Además, los programadores de los horarios no te lo van a poner más fácil. Repartirán las asignaturas de manera que tu horario sea el peor de todas las carreras. Comprobarás que vives más tiempo en el campus que en tu casa y dejarás de ver a aquellas amistades que hiciste hace unos años, esas que tu horario ha destrozado.
2 El grupo de WhatsApp de clase
Este grupo tiene una función importantísima durante el verano: conocer qué tal les va a tus compañeros y amigos de clase durante las vacaciones, morirte de envidia por los viajes que han hecho ellos y tú no y, en definitiva, mantener el contacto. Sin embargo, cuando llega septiembre, el grupo de WhatsApp de tus amigos de la universidad se transforma, y empiezan a aparecer dudas sobre cómo echar la matrícula del nuevo curso, cuáles serán los horarios de este nuevo año o qué profesor imparte aquella asignatura tan difícil de la que te hablaron los compañeros repetidores.
3 Desayunar, comer y cenar en el campus
Tu casa solo la pisarás para dormir. Y date con un canto en los dientes. Se acabó la comida recién cocinada por tu madre o tu padre. Compra tuppers, los necesitarás; abre tu hucha, la cafetería se hace de oro a tu costa. No hay tiempo para sentarse y comer tranquilamente, no hay tiempo para una buena sobremesa, no hay tiempo de siestas ni de merendar en casa. Eres como aquel becario que echa ocho horas extras y no se las pagan. Tu vida social ya se ha ido al traste, ahora la universidad acaba con tu vida familiar.
4 La asignatura cuya asistencia es obligatoria
Lo habitual es que los profesores se hagan los modernos el primer día de clase, durante su presentación, dejando claro que ellos pasan del Plan Bolonia, que sus clases no son obligatorias y que quien venga a molestar, mejor se vaya a la cafetería. No caigas. Es una trampa. No falla, todos los años siempre hay al menos una asignatura cuya asistencia es obligatoria. Y, si tienes mala suerte (que es lo más probable) será aquella que te corte toda la mañana o toda la tarde. Aquella que coincida con el momento que pensabas invertir en ir al gimnasio o con la hora de merendar. Aquella que te "obliga" a asistir a las demás clases. Ya que estás allí...
5 No tener tiempo ni para leer un libro
Se acabaron tus amistades, sí. Y tu tiempo libre también. Desaparecerá por arte de magia. No mires atrás, no está, lo has perdido hasta nuevo aviso. ¿Dónde han quedado los propósitos de septiembre? ¿Por qué has pagado el mes del gimnasio si solo pudiste ir el día 1? ¿Y ese libro que te regalaron hace cinco años y te ibas a leer? Ya no hay tiempo para eso. Tus veinticuatro horas se dedicarán exclusivamente a la universidad y a comer. Lo de dormir permíteme que lo dude. Despídete de tus siestas de verano, de ver los capítulos atrasados de tu serie favorita o de simplemente no hacer nada. Ha llegado septiembre.
6 Volver a ver a los compañeros que te caen mal
Esa gente cuya sola existencia te molesta. Aquellos que se sientan en primera fila y te mandan callar si hablas con tu compañero o, por el contrario, aquellos que se sientan al final del todo y no paran de molestar todo el tiempo. Te caen mal desde el primer momento en que los viste pasar por tu lado y eso no lo va a cambiar nada ni nadie. Todo lo que hacen te parece mal y cualquier excusa es buena para criticarlos.
7 La asignatura comodín
En todos los cursos de tu carrera universitaria disfrutarás de "la asignatura comodín". Es aquella que no sirve absolutamente para nada, pero que hace falta incluir en el programa de estudios para completar los créditos necesarios del curso. Es posible que la asignatura comodín sea también la obligatoria. De hecho, no solo es posible sino que es lo más probable, de manera que el curso sea de lo más amargo. Pero la cosa no termina ahí. Para mayor diversión, la asignatura comodín y obligatoria será, también, la más difícil de aprobar. Aquella que no sabes cómo estudiar, cuyas clases se llenan de repetidores que no ayudan a la hora de confiar en un simple cinco.
8 Estudiar en Navidad
Llevas tres años de carrera universitaria y todavía no lo has asimilado. Maldita la hora en la que terminaste el bachillerato. Han desaparecido tus vacaciones de Navidad o, al menos, lo han hecho durante tus cuatro años de grado. Estudiar en diciembre es una de esas cosas que jamás perdonarás a la universidad. Conocerás a gente maravillosa, disfrutarás de las fiestas, de saltarte clases o de la cafetería del campus. Pero tus vacaciones de Navidad no volverán a ser lo mismo. Hay dos posibilidades: que seas responsable y estudies en diciembre, lo que quiere decir que esos días de descanso se esfuman como por arte de magia; o bien, que te saltes las reglas y que respetes la celebración católica, de manera que los remordimientos se ocuparán de que, de igual manera, no disfrutes tus vacaciones.