Lo único que me apetece el viernes al salir de trabajar es llegar a casa y tumbarme con una cerveza en el sofá viendo la última temporada de la serie de Netflix que acaban de estrenar. Consulto mi perfil de Instagram y publico la reglamentaria foto en stories para que mis amigos sepan que es noche de casa.
Esa es la rutina de muchas personas que, al alcanzar la treintena, empiezan a notar un aumento exponencial de falta de energía en sus vidas. Una sensación que les impide realizar los mismos puntos que antaño. Pero... ¿cómo es posible que me sienta tan casado si solo tengo 30 años?
El primer punto a asaltar son las vacaciones. De vez en cuando, tenemos un descanso más largo de lo habitual pero, aun así, es muy corto comparándolo con el estrés de las horas de trabajo y también las horas extras. A todo ello hay que sumar que muchas veces no nos conformamos con viajar cerca de nuestro lugar de residencia. Hacemos largos trayectos con unos planes que, entre jet lag y excursiones, hacen que necesitemos otras vacaciones para descansar de las propias vacaciones.
Tecnología, moda y apariencias
El segundo punto importante es la tecnología, que, sin lugar a dudas, ejerce un control secundario sobre nuestra vida. En todo momento nos encontramos expuestos a la foto del momento para postear en redes sociales, fingiendo en muchas ocasiones situaciones para hacer pensar a nuestros seguidores a través de la pantalla. La cara perfecta que se muestra diariamente en redes sociales es una de las mayores presiones a las que nos enfrentamos.
Y en relación con este segundo punto... tenemos el tercero: la moda y las apariencias. Vivimos en un mundo donde parece una obligación estar a la última en todo. Series, cine, música, moda y, como no, todo publicado a su debido momento en las redes sociales.
Así, recapitulando, las energías se van en cosas que deberían ser superficiales. Que nos hacen alejarnos de lo realmente importante, de las personas que comparten nuestro día a día, y hablo de las de carne y hueso, no de la persona que verá tu foto a través de la pantalla, de los que te darán un abrazo cuando todo va mal, no un like más en tu última publicación. Hablo de disfrutar cada momento, porque con 30 años tenemos toda la vida por delante como para malgastarla en cosas que no aportan.