Hoy en día los veranos no son lo mismo en lo que a televisión se refiere. La programación durante la época estival se basa en programas repetidos o películas vistas hasta la saciedad. Sin embargo, no hace muchos años, podíamos disfrutar con series de lo más veraniegas o con programas que hacían las delicias de toda la familia. Entre toda la oferta, el programa que marcaba realmente el inicio del verano y que destacaba en la parrilla televisiva era 'El Grand Prix'.
Estrenado el 17 de julio de 1995, 'El Grand Prix' se convirtió en todo un icono del verano durante los años noventa y principios del nuevo milenio, siendo el programa más esperados de las noches estivales. El inimitable Ramón García, acompañado de diferentes azafatas, fue el maestro de ceremonia durante la mayoría de las temporadas, hasta que Bertín Osborne tomó el relevo y el programa pasó de emitirse en La 1 a los canales autonómicos.
Los divertidos retos a los que se tenían que enfrentar los participantes para alzarse con el estandarte que les proclamaba vencederos conseguían entretener a niños y mayores. En concreto, los concursantes, vestidos de azul y amarillo y apadrinados por rostros conocidos del momento, pertenecían a dos pueblos seleccionados de toda la geografía española, que se presentaban en plató dispuestos a pasar un buen rato y divertir a los espectadores. ¿Eres capaz de recordar todas estas pruebas?
1 El acueducto
Ataviados con trajes de romanos, los concursantes solían enfrentarse a "Los acueductos" al inicio del programa. Así pues, en muchas ocasiones, 'El Grand Prix' daba comienzo con esta divertida prueba en la que la vaquilla se convertía en protagonista, al intentar que los participantes no cumplieran su reto de construir un acueducto juntando todas las piezas que se encontraban dispersas por la plaza donde se desarrollaba la prueba. Para hacerlo más emocionante, también tenían que conseguir que la vaquilla pasara por debajo del acueducto y sin tirarlo, el mayor número de veces posible.
2 Manos musicales
Disfrazados de manos gigantes, los concursantes de cada equipo se enfrentaban al mismo tiempo en "Manos musicales", una prueba que consistía en abalanzarse sobre la imagen o el dibujo correcto que representaba a la canción que sonaba en cada ronda. La mano que se equivocaba o que llegaba en último lugar era eliminada, venciendo el pueblo que lograra mantener más mano en su equipo. Además, esta prueba tuvo otras versiones en las que, aunque se mantenía la misma mecánica, cambiaba la temática. Por ejemplo, "Manos a la carta", donde tenían que tirarse encima de la misma carta que mostraba el presentador.
3 Baloncesto en pañales
El baloncesto era el protagonista en una de las pruebas de 'El Grand Prix'. Hablamos de "Baloncesto en pañales". En este reto, los concursantes de cada equipo, disfrazados como enormes bebés y con una pelota gigante en la mano, tenían que correr encima de una cinta andadora hasta llegar a su final, donde se encontraba una canasta donde debían encestar. Finalmente, ganaba el pueblo que conseguía el mayor número de canastas. Aunque era una de las pruebas menos complejas, la dificultad radicaba en lo complicado que resultaba moverse con esos trajes, provocando numerosas caídas.
4 La patata caliente
Clásico donde los haya de 'El Grand Prix', "La patata caliente" enfrentaba a los padrinos y alcaldes de cada pueblo en una prueba a base de preguntas que debían contestar mientras sujetaban un globo amarillo, que intentaba imitar a una patata, que se iba hinchando poco a poco hasta llegar a explotar. El momento más divertido de la prueba llegaba cuando repetían a cámara lenta justo el instante en el que el globo estallaba para que no perdiéramos detalle de las caras que se les quedaban a participantes y azafatas, que también tenían que soportar el susto que se llevaban cada vez que un globo explotaba.
5 Los bolos
Cuando el programa entraba en su recta final llegaba el turno de una de las pruebas más divertidas y esperadas por los espectadores, "Los bolos". En este entretenido reto, un concursante de cada equipo tenía que intentar derribar el mayor número posible de bolos humanos. Eso sí, todo ello con los ojos tapados y guiado exclusivamente por las indicaciones del famoso o la famosa que apadrinaba el pueblo. Lo más gracioso era ver a esos bolos intentando esquivar la gigantesca bola, esa que también golpeaba al propio tirador cuando este intentaba cogerla sin ver hacia dónde se dirigía la bola.
6 La isla del Tesoro
Las pruebas que se desarrollaban en la piscina siempre conseguían triunfar, por este motivo, fueron varios los retos que tuvieron como escenario el agua. "La isla del Tesoro" fue una de esas pruebas en las que los concursantes tenían que superar el reto de pasar de un lado al otro de la piscina intentando no caer al agua. Además, en esta prueba añadían un elemento conocido, un gran tronco resbaladizo que servía como plataforma por la que los participantes tenían que cruzar, todo ello disfrazados como si de piratas se tratasen, esquivando las grandes bolas que les lanzaba el pueblo rival y portando en las manos un enorme cofre del tesoro. Ganaba el equipo que conseguía transportar mayor número de cofres.
7 Caperucita y el lobo
Las pruebas de obstáculos eran otro clásico en el programa. En "Caperucita y el lobo" un concursante de cada equipo participaba en una carrera a contrarreloj en la que tenía que sortear todo tipo de trabas hasta conseguir llegar a la plaza central, donde le esperaba la vaquilla custodiando un tarro de miel, un trozo de tarta y manzanas que tenía que conseguir para llenar su cesta. Entre otros obstáculos destacaban la cinta andadora o el bosque de cuerdas elásticas. Para incrementar la presión y la emoción, uno de los miembros del equipo contrario, vestido como el lobo, salía a los 20 segundos para intentar dar caza a la Caperucita en cuestión. Si este lograba alcanzarle, Caperucita quedaba eliminada.
8 La cucaña
"La cucaña" era una de las pruebas más tradicionales que formaban parte de 'El Grand Prix'. En concreto, los participantes de cada pueblo tenían que trepar por un resbaladizo tronco de seis metros de altura con la única ayuda de su fuerza y habilidad para dicho menester. El objetivo era alcanzar la cima de la cucaña para coger uno de los jamones que se encontraban colgados de lo alto. Obviamente, vencía el equipo que lograba bajar más jamones antes de que finalizara el tiempo de la prueba. Se trataba de un reto solo apto para aquellos concursantes que no sufrieran vértigo.
9 Los bebés golosos
Otra de las pruebas en las que los concursantes tenían que superar diferentes obstáculos para vencer era "Los bebés golosos". Además, esta prueba se caracterizaba por estar dividida en dos partes. En la primera los participantes, vestidos de bebés (también existió la versión con trajes de sumo), competían en una carrera hasta llegar a la plaza de toros, luchando por ser los primeros para poder coger una buena posición de cara a la segunda parte de la prueba. En esa segunda fase, los concursantes tenían que intentar permanecer encima de sus peanas mientras la vaquilla se paseaba por la plaza dispuesta a embestirles al menor movimiento. El pueblo que consiguiera mantener más concursantes en pie se proclamaba vencedor.
10 Troncos locos
Si hablamos de 'El Grand Prix', una de las primeras pruebas que viene a la mente de muchos es la de "Los troncos locos". En ella los participantes de cada equipo tenían que intentar pasar de un lado al otro de la piscina saltando sobre unos enormes, resbaladizos y giratorios troncos, todo ello sin perder el gran salmón que debían transportar en la mano. Aunque no formó parte del programa desde sus inicios, se convirtió en una de las pruebas favoritas del público, sobre todo por lo divertido que resultaba ver cómo los concursantes hacían lo imposible para cruzar al otro lado de la piscina sin caerse.
11 Los pingüinos
Aunque semejante a otras pruebas "Los pingüinos" también supieron hacerse un hueco en el programa. Los concursantes, disfrazados del animal que daba nombre a la prueba, se enfrentaban a la temible cinta transportadora al mismo tiempo que intentaban pescar los peces que se encontraban en el trayecto colgados en cañas de pescar. Se trata de un reto emocionante en el que hacía falta ser hábil para andar con el traje sin caerse y rápido para no perder tiempo y dar la oportunidad a los compañeros de participar y conseguir cuanto más pescados mejor.