Publicada en 2005, la primera entrega literaria de la saga 'Crepúsculo' llegó dispuesta a ser una vuelta de tuerca al subgénero de vampiros, el cual tomó como principales elementos a los que adscribirse el denominado Young Adult, que como bien indica su nombre está destinado a satisfacer a un target adolescente al que le preocupan los argumentos típicos de un coming-of-age en toda regla. Es decir, donde la preocupación por convertirse en adulto pasa a ser uno de los principales elementos a tener en cuenta a la hora de presentarnos sus conflictos.
Con un trasfondo fantástico (siendo este uno de los elementos por los que ha apostado el Young Adult como tal), mientras que J.K. Rowling había hecho que la saga literaria de 'Harry Potter' alcanzase un nivel de éxito pocas veces visto, y el cual llegó a ser considerado como una suerte de recuperación de la fantasía en clave teen que traspasó fronteras, Stephenie Meyer haría que su saga sobre vampiros que brillan a la luz del sol fuese esa especie de reflejo teenager de una ansiedad adolescente que logró miles de adeptos en todo el mundo.
Meyer, nacida en 1973 en Connecticut, había sido criada bajo los estandartes de la religión mormona. Marginada en el instituto y creyéndose la etiqueta con la que le habían marcado desde pequeña, es en ese supuesto infierno que vivió siendo adolescente (en el instituto le apodaron "fantasma" debido a lo pálido de su aspecto) en lo que pareció inspirarse la autora, quien pasó de ser una desconocida ama de casa a la mormona más famosa de Estados Unidos.
'Crepúsculo' y sus propias normas
Sería en 2008 cuando Catherine Hardwicke, quien en 2003 había dirigido 'Thirteen' (la que sigue siendo la obra más redonda de su carrera), sería la encargada de llevar a la gran pantalla la historia de amor entre Bella Swan y Edward Cullen, los jóvenes protagonistas de la saga de libros que ese mismo año veía publicado el último de sus números, 'Amanecer'. Ella, una joven solitaria e introvertida recién llegada a Forks, una fría, lluviosa y aparentemente anodina localidad en el estado de Washington. Él, el misterioso joven sobre quien caerá rendida Bella pese a descubrir que, en realidad, los Cullen son vampiros.
Hasta aquí toda parecería ser normal, a no ser porque 'Crepúsculo' se asiente en las creencias y propias vivencias de su autora, una mormona que nos presenta a una especie vampírica que bien podemos asociar al veganismo y a quienes la luz del sol les hace brillar en lugar de acabar con sus vidas. Partiendo de tal premisa, y con la relación establecida a tres bandas entre los dos protagonistas y Jacob, un hombre lobo que entra en juego y que, pese a lo que dicten los arquetipos, nada tendrá que ver con el despertar sexual salvaje de una bestia, la trama de la saga se asentaba y marcaba sus propias normas.
La figura del vampiro, que siempre hemos asociado a la del nihilismo y con una sexualidad que ya estaba presente en la de las amantes del Drácula de Bram Stoker (por no hablar de esa tendencia homoerótica que tan bien estuvo como elemento constante en la literatura de Anne Rice), se nos presenta por vía de Meyer cual elemento de castidad propio de una escritora cuya única visión de la vida ha sido la que ha marcado el haber crecido bajo los preceptos del mormonismo.
Con un presupuesto de 37 millones de dólares, el título conseguiría en todo el mundo una recaudación de cerca de 394 millones, lo cual propiciaba que se inciase el engranaje para llevar a cabo una de las franquicias cinematográficas que más ríos de tinta han hecho correr en lo que llevamos de siglo y que arrastró a legiones de seguidores a las salas, convirtiendo todos y cada uno de los estrenos de la saga en un evento para el fandom, del que fueron víctimas las dos principales de sus estrellas.
El precio para Stewart y Pattison
Ahí es donde radica el éxito de una saga que nunca destacó por lo brillante de sus tramas (a excepción de cuando la luz tocaba la piel de los chupasangres), en cómo dos actores desconocidos pasaron a formar parte de la cultura popular gracias a la relación sentimental establecida entre ambos a raíz de su participación en la saga. Kristen Stewart y Robert Pattinson eran unos absolutos desconocidos cuando inerpretaron por primera vez a los icónicos personajes. Entre lo más destacado en la carrera de ella podíamos encontrar su participación en 'La habitación del pánico' como la hija en la ficción de Jodie Foster, o el haber protagonizado 'The Messengers', el (fallido) salto a Hollywood de los hermanos Pang. Por su parte, Pattinson había sido Cedric Diggory en 'Harry Potter y el cáliz de fuego', saltando así de ser secundario en un exitoso ejemplo de Young Adult a protagonizar otro ejemplo que acabó aborreciendo.
Al igual que su compañera (no solo de vida en aquel momento, también en la ficción), a los dos no les había quedado otra opción que seguir interpretando a los personajes con los que pasaron a la primera línea del firmamento de estrellas del nuevo Hollywood. ¿El motivo? La cláusula en sus contratos que les obligaba a seguir siendo Bella y Edward en las posteriores adaptaciones. A medida que pasaban los años e iban llegando 'Luna nueva', 'Eclipse', 'Amanecer. Parte 1' y 'Amanecer. Parte 2', de forma diametralmente opuesta al hype con el que los fans esperaban las nuevas aventuras de la pareja de moda del momento, trascendían a la prensa la desgana con la que los actores afrontaban todas y cada una de sus nuevas incursiones en los roles que les catapultaron al éxito.
Para muestra de que ninguno de los dos amase tanto la saga como lo hizo el público que vivió obsesionado con ella, tan solo hace falta echar un vistazo a cómo han sido las carreras de ambos una vez finalizada su relación con el universo 'Crepúsculo' (la cual acabaría por finiquitada el mismo año del estreno de 'Amanecer. Parte 2', al desvelarse que Stewart le había sido infiel a Pattinson con Rupert Sanders, director de 'Blancanieves y la leyenda del Cazador'). Mientras que ella se ha transfigurado en musa indie, y directores de la talla de Olivier Assayas, Kelly Reichardto Woody Allen han contado con ella para sus proyectos; a él le hemos podido ver asumiendo roles que le desligan por completo de su estatus de ídolo adolescente, convirtiéndose en actor de David Cronenberg o asumiendo el protagonismo en obras tan complejas que ni él mismo hubiera imaginado hace una década, como lo son sus participaciones en 'Good Time' de los hermanos Safdie o 'High Life' de Claire Denis.
Icono teen
Por su parte, y mientras que su cuenta bancaria pasaba a ser la de una millonaria, Stephenie Meyer no solo ha tenido que hacer frente a las críticas de Stephen King o Anne Rice, quienes fueron poco misericordiosos a la hora de definir su obra (King llegó a decir que Meyer "no sabe escribir", mientras que Rice dejó caer que sus personajes le daban mucha pena), sino que ha tenido que intentar reinventarse como escritora, algo que de momento parece no haber salido tal y como esperaba, y es que 'La huésped', lo que pretendía ser su siguiente éxito en el mundo del Young Adult y en el que cambiaba a vampiros por extraterrestres y volvía a contar un triángulo amoroso, no logró el éxito de su archiconocida saga. Incluso su adaptación cinematográfica, dirigida por Andrew Niccol en 2013 no logró las expectativas que muchos auguraron.
Sea como fuere, y pese a que lo suyo siga siendo tachado como un mojigato y exhasperante relato de amor que vendría a reflejar en pantalla las directrices mormonas, hay que tener en cuenta que 'Crepúsculo' traspasó fronteras e hizo que el Young Adult de corte fantástico tocase un techo que ya no ha vuelto a ser alcanzado ni por asomo. Y es que, al parecer, nada mejor que las vivencias de Meyer y la posterior elección del tándem formado por Stewart y Pattinson, para representar la pureza de un amor de corte emo, dejando a un lado las banalidades que supone el placer de la carne y abrazando el existencialismo a través de la ansiedad del primer amor adolescente.