Llega la Navidad, una época del año en la que todo se transforma. Todavía recuerdo mi infancia cuando estaba expectante de los regalos, te hacía ilusión ver a los Reyes Magos en la cabalgata y disfrutabas con la multitud de cenas, quedadas y comidas con amigos y familiares. Esa etapa pasó a mejor vida, muchos estamos deseando acostarnos el día 23 de diciembre y despertarnos el 7 de enero cuando toda la 'farsa' haya pasado. Os voy a dar mis razones para 'odiar' la Navidad.
1 Cada vez empieza antes
La Navidad tiene unas fechas para rememorar la tradición religiosa, sin embargo, los centros comerciales tienen otros planes por convertirlo en un consumismo impuesto por las grandes marcas. ¿No te has dado cuenta de que en noviembre ya comienzan a engalanar las calles con adornos navideños y puedes caer en la tentación de comer una tableta de turrón? La competición para ver quién monta el mejor árbol o la mejor decoración ha hecho que todos quieran ser los primeros en hacer el encendido navideño... un año lo haremos en junio, ya veréis.
2 Darle mucha importancia a la Navidad
Para los creyentes, la Navidad sí es una época de celebración, de gozo y buenos deseos para el Año Nuevo; para el resto no debería gozar de tantísima importancia. No tiene magia, es un periodo normal y corriente en el que todo se transforma pero la vida sigue exactamente igual que cuando no estamos en Navidad. Es mejor ser conscientes de que no todo tiene que salir bien, que ocurren desgraciadas, hay errores, peleas y malentendidos, pensar que todo se evapora es una utopía y un autoengaño.
3 Nunca me toca la lotería
A pesar del buen anuncio de Justino este año, lo cierto es que lo normal en cada casa es que después del sorteo de la lotería te lamentes por el enorme dineral que te has gastado sin recuperar ni un solo céntimo. Dicen que de ilusiones se vive y de eso se alimentan para que sigamos gastando porque tenemos las ganas de que todo cambie, tengamos un poco de suerte y puedas quitarte (al menos) la letra del coche, la hipoteca o hacer ese viaje que siempre has soñado. Pero despierta porque NUNCA pasa.
4 Hay que ser feliz y amable
La cantidad de compromisos sociales que la Navidad ha interpuesto en el calendario de cualquiera hace que tengamos que acudir a ellos con una sonrisa. Cenas, comidas, quedadas con amigos, familiares o pareja hacen que el excesivo respeto por esas personas se convierta en algo inconcebible. Pero como es Navidad parece que no puedes estar triste ni deprimido, debes tener espíritu navideño y que todo te parezca bien cuando quizás tus sentimientos son los contrarios.
5 Comidas y cenas obligadas
Nos guste o no, la Navidad es un momento de reunión. Comidas familiares, de empresa, cenas con amigos, noches de Reyes juntos, quedadas con la familia política... todo está implícito en esta época del año. Aquellos que tenemos la suerte de disfrutar de este tipo de celebraciones a lo largo del año no vemos la necesidad de juntarnos en Navidad con gente que apenas ves, que no tienen nada que ofrecernos y que por ser Navidad quieren pasarse a saludar. Y mucho menos si te toca soportar a tu jefe borracho o las tonterías del pasado que tus amigos no paran de contar una y otra vez.
6 Ganar unos kilos de más
Es una de las principales consecuencias negativas de estas fechas. Un hombre puede engordar una media de cuatro kilos en Navidad, tres en el caso de las mujeres; algo que nos extraña cuando lo único común en las celebraciones de estas fechas es que comemos y bebemos sin conocimiento. El turrón se convierte en una adicción peor que las pipas y el alcohol en la mejor botella de agua para saciar tu sed; mejor tener un poco de control porque cuando te subas a la báscula el 7 de enero la sorpresa serán esos kilos de más que tan difíciles son de perder.
7 Postales y deseos de Año Nuevo
No solo las típicas postales navideñas que se enviaban (en el pasado) por carta, sino los millones de memes que nacen cada año y se mandan por WhatsApp o por e-mail a cualquier contacto que tengas en la agenda. Si una persona no te ha dirigido la palabra en todo el año, ahora no vengas con felicitaciones divertidas, eróticas, picantes o buenos deseos para el Año Nuevo porque en realidad sabemos que no te importa lo más mínimo. No seamos falsos... por favor.
8 Gastar mucho dinero en regalos
A pesar de la crisis, en Navidad hay que regalar cosas y no escatimamos en comprar algo caro a nuestros seres queridos, como si se tratara de una competición implícita para ver quién hace los mejores regalos. Sí, cada español puede gastar más de 200 euros (de media) en regalos para otros, una cifra bastante escandalosa si contamos a la gente que está pasándolo mal y tiene que conformarse con mucho menos. No debería ser tan importante cuánto gastamos sino acordarnos de alguien con un detalle para demostrar cuánto le apreciamos... pero si el ticket tiene muchos ceros está mejor valorado...
9 Odiosos amigos invisibles
Hay cierta justificación para hacer regalos de Papá Noel o Reyes a los más pequeños de la casa que viven la magia de la navidad de una manera muy distinta cargada de ilusión y de buenos deseos, pero, ¿y los amigos invisibles? ¿Qué invento es ese? Juntas a un grupo de personas que apenas conoces (trabajo, amigos, familiares) y el papelito dice que debes hacerle un regalo a alguien con el que has hablado dos veces. Muchas veces se convierte más en un suplicio que en una bendición y es otra forma de derrochar más de la cuenta en alguien que no te importa.
10 Darte más de un capricho
Navidad es un tiempo para compartir y regalar a los demás, pero también supone un periodo en los que más de uno nos damos un capricho. La reflexión es muy simple, si me voy a gastar un dineral en regalos para los demás, ¿por qué no hacerlo para mi mismo? Entre medias de esas compras navideñas, siempre termina cayendo algo para ti porque en tu interior sabes que al final nadie va a acertar con los regalos y deberás cambiar la mitad de ellos. Y desgraciadamente siempre caemos.