"Ya no se habla de Grecia, seguro que eso significa que ya les va bien", habrás podido pensar al percibir el silencio que acompaña los últimos meses al país balcánico. Sin embargo, es posible que la situación en Grecia nunca haya sido tan límite como lo es actualmente. Y es que a una crisis económica, social y política de dimensiones astronómicas se le suma otra sobrevenida: la crisis migratoria de refugiados sirios.
1 Crisis económica
A comienzos de mes, la prima de riesgo griega había vuelto a superar los 1.000 puntos, extremo que comenzó hace unas semanas y que no se daba desde agosto de 2015. Sin embargo, la situación es muy diferente a la de entonces, ya que en aquel momento la prima de riesgo había bajado enormemente (estuvo coqueteando durante un tiempo con los 2.000 puntos) tras lo que algunos denominaron la 'capitulación' de Tsipras, que ofreció al Eurogrupo unas concesiones que convertían en papel mojado el 'no' del referéndum celebrado apenas dos días atrás en el país heleno. El mismo 9 de julio en que se produjo el acuerdo, la prima de riesgo comenzó una vertiginosa bajada: Alexis Tsipras aliviaba a los mercados al mismo tiempo que encendía la calle.
En este caso, en contraposición al verano pasado, el presidente griego no tiene ningún as bajo la manga para tranquilizar a los poderes financieros, menos aún tras una semana en la que desde el FMI urgen a cumplir las reformas que el gobierno se comprometió a realizar y medios como el británico The Economistfuncionan como lobbiesde presión, alertando de la fuga de empresas del país debido a medidas tales como el aumento del Impuesto de Sociedades del 26 al 29%. Desde 2006, cuando dicho impuesto estaba en un 20% -antes de la subida al 26% de los conservadores de Nueva Democracia-, la recaudación del Impuesto de Sociedades ha pasado de suponer el 2,8% del PIB de Grecia a tan solo el 1,3%, pese a que el PIB heleno se ha visto reducido en una cuarta parte desde entonces.
Esta subida de la prima de riesgo ha de ser analizarla en el contexto de un país que ha visto reducido su PIB un 25% desde 2007, a la vez que la renta per cápita ha descendido un 27% y el nivel de desempleo no para de aumentar: actualmente, amenaza con llegar al 25%.
2 Crisis social
El pasado 4 de febrero, los mismos sectores populares que auparon a Syriza al poder convocaron una huelga general -con un enorme éxito- en respuesta a la reforma de las pensiones anunciada por el gobierno progresista. La huelga fue acompañada de una de las movilizaciones con mayor afluencia de los últimos años. Decir esto en uno de los países europeos con una historia reciente de mayor convulsión ciudadana no son palabras menores: en una ciudad como Atenas de apenas unos 600.000 habitantes, la manifestación contó con aproximadamente 40.000 personas, según fuentes policiales, y 100.000 según los organizadores. Además, ocurrieron incidentes aislados y la policía tuvo que emplear gases lacrimógenos y bombas aturdidoras. Frases como "os votamos para salvarnos, no para que acabéis con nosotros", escuchadas en la manifestación, evidencian la crisis social causada, entre otros factores, por la decepción el gobierno de Syriza.
3 Crisis migratoria
A esta situación de inestabilidad se le ha agregado una coyuntura extremadamente complicada en la que han de hacer frente a los 2.000- 3.000 exiliados que han estado llegando a diario a las costas griegas en los últimos meses, con el agravante de no contar con el apoyo de países como Austria, cuyo gobierno excluyó al de Tsipras en una reunión sobre los refugiados en los Balcanes. Sia Anagnostoipoulou, la viceministra de educación helena, llegó a decir que "las policías de Austria y Hungría convierten a Grecia en un enorme campo de refugiados". En este sentido, Austria -así como toda la UE- solo ofrece acusaciones a los helenos, ni una sola respuesta a un país empobrecido a tal extremo que, con 52.000 refugiados (cifra que aumentará cuando llegue el buen tiempo) varados -el 40% niños y niñas- y sin posibilidad de ir a otro país, se está convirtiendo en un gigante 'campo de refugiados'. De hecho, los exiliados sirios se ven atrapados en Grecia por el cierre de las fronteras vecinas, pues su objetivo real eran países del centro de Europa como Alemania.
Tras el reciente acuerdo entre la UE y Turquía, las autoridades griegas se vieron obligadas a deportar a los refugiados asentados en su territorio al país otomano. Estas deportaciones, que fueron motivo de vergüenza mundial, fueron detenidas por el gobierno de Syriza poco tiempo después, pese a que las ONG seguían denunciando la situación de bloqueo sin garantías legales que sufrían los sirios que conseguían alcanzar costas griegas. Recientemente, sin embargo, las deportaciones se reanudaron, cosa que parece que no frenará la llegada de sirios, pues la fuerza de la desesperación es mayor que la del miedo a la deportación a un país sin garantías en materia de derechos humanos como es Turquía. De hecho, esta última semana, con el acuerdo UE-Turquía ya firmado, más de 1.500 personas llegaron a costas griegas.
4 Crisis política y descrédito de los partidos tradicionales
Con movilizaciones sociales en contra del gobierno de Syriza, lobbieseconómicos -FMI incluido- presionando en su contra, el desprecio de la Unión Europea y el absoluto mutismo de los medios de comunicación, el futuro de Grecia se adivina desolador. Desolador y extremadamente polarizado: según la encuesta electoral publicada el pasado 30 de marzo por la Universidad de Macedonia, los comunistas griegos (KKE) subirían hasta el 8,6% y se alzarían como la tercera fuerza del país, junto a los neonazis de Amanecer Dorado y solo por debajo de conservadores (ND) -que ganarían las elecciones- y progresistas (Syriza). El nuevo bipartidismo griego no llegaría al 54% de los votos, lejos de ese 63,6% que alcanzó hace apenas medio año. Estos datos son especialmente preocupantes para los de Alexis Tsipras, pues en tan solo 6 meses sus apoyos decrecerían cerca de un 14%. La última encuesta griega, de Bridging Europe, es más benevolente con una Syriza para la que pronostica una nueva y abultada victoria, pero que concede el 22% de los asientos del parlamento griego a fuerzas anti-UE (KKE, Unidad Popular y AD).
Los griegos parecen haber hecho suyo el dicho aquel de 'situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas'. Ya hicieron caer al tradicional PASOK (el análogo griego del PSOE) y auparon a una hasta entonces minoritaria Syriza al poder, por lo que han demostrado que no les tiembla el pulso a la hora de tumbar a las 'vacas sagradas' de la política helena.
Grecia está más al borde del precipicio que nunca. Y ni Europa, ni el Gobierno, ni los medios de comunicación están a la altura de la extrema gravedad de la situación.