Japón es un país especial, diferente. El desconocimiento nos hace caer en falsos mitos que se convierten en parte de la habladuría popular, pero no queremos hacer hoy gala de consideraciones erróneas de lo que es realmente la personalidad nipona. Porque sí, son especialitos, pero nosotros también. Aquí cada uno tiene lo suyo, ¿o no? Seguro que en algún momento de tu vida has tenido ganas de viajar al país del sushi para visitar todos esos templos de las películas, ponerte hasta arriba de sashimi y visitar alguno de los karaokes con tus amigos mientras las horas pasan.
Y bueno, para qué engañarnos, a nada que seas un poco geek vas a ver cómo en el aeropuerto de Tokio, cuando vuelvas a España, vas a facturar dos maletas en vez de una. ¿Y eso por qué? Pues veamos, si abrimos la nueva maleta nos encontramos con decenas de juegos de SNES, una colección manga tirada de precio, figuras de colección y... un libro de supersticiones que acompaña a los nipones en sus vidas. ¿Le echamos un vistazo? Vamos a contaros 5 creencias que hacen que los días puedan ser una auténtica pesadilla entre el respetable japonés.
1 Los grupos sanguíneos
Vale, acaba de sonar la alarma. Toca levantarse. Te lavas la cara, te quitas los legañones y vas a prepararte el desayuno. Todo en orden, pero cuando al joven nipón le toca escoger la ropa que llevará a la escuela o el trabajo llega un momento difícil si no tiene la obligación de ir con el uniforme. ¡¿Qué me pongo!? No es que tengan problemas con el armario, sino que su grupo sanguíneo puede determinar la suerte que tengan ese día, es como el horóscopo en nuestra cultura.
Japón tiene una ferviente creencia en que el signo sanguíneo influye de forma determinante en nuestro día a día, incluyendo la ropa que nos ponemos. Es por ello que nuestro japonés recién desayunado posiblemente encienda la televisión, ponga algún dial que esté emitiendo un informativo y se entere qué es lo que le va a pasar a los que tienen glóbulos rojos y plaquetas pertenecientes al signo A+, porque quizá ponerse el jersey azul que te hizo tu abuela con tanto cariño puede convertirse en una verdadera pesadilla...
2 Cortarse las uñas por la noche
Menudo día ha pasado nuestro nipón. Al final se ha puesto el jersey que le regaló su abuela por Navidad y... mejor no entramos en detalles, no vaya a ser que la cosa vaya a peor. Llegados a la noche, tras un baño caliente, es el momento de ir pensando en cortarse las uñas, pero quizá algo tan anodino como rebanarse los mejillones de los pinreles pueda ser una idea mala, muy mala, que nadie hace por lo general.
Dicen que es de mal agüero hacer esta tarea cuando se pone el Sol, porque si lo haces -absténganse los corazones sensibles de seguir leyendo- no estarás junto a tus padres en su lecho de muerte y, además, tendrás mala suerte el resto de tu vida. Toda superstición japonesa acaba relacionándose con la suerte y esta no podía ser menos. Córtate las uñas mejor cuando te levantes, te dirían.
3 Las arañas, mejor en los libros de ciencias
Se acercan los exámenes finales y nuestro protagonista tiene un examen importante en el colegio en el que los invertebrados -que por cierto gustan mucho entre las juventudes niponas, especialmente los insectos- ocupan todo el temario. Por algún motivo, las arañas guardan una relación especial con ellos; en primer lugar porque son muy recurrentes en las casas de la periferia, aparecen en todas partes y se suelen pisar en cuanto se ven; pero además porque depende de cuándo las veamos puede ser positivo o negativo para nosotros.
El contexto es importante: no es lo mismo matar una araña por la mañana que por la noche como tampoco lo es realizar otras tareas, como hemos visto anteriormente. Pongamos el supuesto de que te has encontrado una araña mientras metías de nuevo en el cajón el querido (o maldito) jersey que te hizo tu abuela y... aparece una araña.
Mucho cuidado con lo que haces, porque si te asomas por la ventana y lo único que ves es un enorme sol quizá deberías decirle a tu zapato que se espere a la noche, puesto que ver un arácnido durante el día da buena suerte; por contrapartida, ver una por la noche produce el efecto contrario: mala suerte. Ahí que no se lo piensan dos veces, no hay piedad; las persiguen hasta que se dejen de mover todas las patas
4 Nada de dormir con la tripa al aire
¡Qué calor! Ahora que nadie le ve, nuestro japonés dice que pasa de dormir con el pijama, que mejor la ventana abierta y los calcetines por el suelo. Por supuesto, la camiseta fuera, que si no va a terminar pareciendo un albornoz al salir de la ducha. Pero cuidado, estamos en el país del Sol Naciente. ¿Aprecias tu ombligo? En caso afirmativo, mejor levántate, coge la camiseta y póntela, porque hay cierta leyenda que dice que por las noches hay un dios que visita tu cuarto y te quita el ombligo en caso de que duermas destapado.
Esto suele aplicarse realmente a los más pequeños de la casa como prevención ante los resfriados, aunque los adultos también siguen esta práctica. Si le preguntas a alguno de ellos acerca de cómo llevan las calurosas noches de verano, seguramente se le quiten las ganas de quitarse la camisa cuando se meten en la cama, no vaya a ser que la mala suerte llame a su puerta en el futuro cercano.
5 Las almohadas, mejor no mirando al norte
Antes de irnos a dormir (porque vaya día hemos pasado...), es el momento de colocar las cosas. Nos encontramos entonces ante un antiguo rito funerario budista heredado por la cultura nipona que se basa en la colocación correcta de la almohada. Coge la brújula que tienes acumulando polvo en el cajón y coloca la almohada evitando posicionarte al norte, porque en caso opuesto puede que vivas mucho menos de lo que esperabas.
Si viajas a Japón y te toca dormir en futón, asegúrate de colocarlo evitando el norte, porque es la posición en que se orienta a los muertos en los funerales. ¡Qué mal rollo! En definitiva, sal de casa por la mañana con las uñas cortadas, habiendo comprobado qué le va a pasar hoy a tu grupo sanguíneo y sin haberle hecho nada a la araña que ha aparecido en medio del pasillo. Además, asegúrate de dormir bien tapado y con la orientación correcta. Qué vida más estresante...